martes, 6 de julio de 2010

Una fiesta para pocos

La posición del Socialismo en el Centenario de 1910
José Figueroa Alcorta gobernaba el país del centenario. Presidente a la fuerza, debido a la muerte de Manuel Quintana, Alcorta asumió uno de los últimos gobiernos de la llamada “generación del '80”. La misma generación que forjó la idea actual que tenemos de Nación, cohesionándola institucionalmente y suprimiendo las luchas internas. Una generación que pensó un país para el futuro, con un destino de grandeza y de progreso inagotable.
Ese salto hacia delante de la Argentina fue paradójico. La construcción del “granero del mundo” se hacia a costa de la explotación de compatriotas y extranjeros recién llegados; sujetos sin derechos. La renta producida en ese período solo abultaba los bolsillos de los ganadores de la erróneamente llamada “conquista del desierto” y de sus socios extranjeros.
Esta realidad injusta fue la que alentó la incipiente formación de sindicatos y el desarrollo de los movimientos políticos que representaban a estos excluidos del sistema: el anarquismo y el socialismo. La violencia de los de arriba engendraba la violencia de los de abajo. Así estaban las cosas para el 25 de mayo de 1910.
El anticipo sería el 1º de mayo donde la FORA (central sindical anarquista) declara la huelga general. El Estado nacional responde el 14 de mayo con la declaración del estado de sitio, con el pretexto de asegurar la “tranquilidad pública”. La declaración se hizo por tiempo indeterminado.
Frente a este contexto el Partido Socialista se declara enemigo de la violencia: “el PS jamás ha programado la violencia individual ni colectiva como método de lucha”; también embiste, en La Vanguardia, contra la oligarquía gobernante: “por qué se han indignado ante un acto de violencia individual cuando todos sus procedimientos se basan en el fraude, la violencia y el crimen”.
Dice Jacinto Oddone en “Historia del Socialismo Argentino”: “La declaración de estado de sitio desató las furias patrioteras y fue el comienzo de toda clase de atropellos policiales. Fueron asaltados los locales obreros. Centenares de trabajadores fueron arrestados. Se empastelaron imprentas. Esa mismo noche hordas salvajes, amparadas por la policía, asaltaron y destruyeron los talleres de “La Vanguardia” y las oficinas de su dirección y administración.” Durante tres meses no apareció La vanguardia, que en aquellas épocas tenía una gran tirada e influencia en la clase trabajadora. El periódico reapareció recién el 16 de agosto.
Aquellos días fueron contradictorios como su época. A la pompa y gran despliegue que registra la historia oficial, debe sumársele el estado de sitio y el terror del Estado a toda manifestación contraria a aquello festejos.
Por aquellos días el Partido Socialista emitió un comunicado que trasunta desde la evocación del centenario a la queja sobre la violencia y la decadencia institucional del país. “El PS respetuosos de las expansiones sinceras de entusiasmo por la obra de la Independencia, se encuentra, muy a pesar suyo, en el deber de llevar al conocimiento público graves y dolorosos sucesos, que el gobierno pretende hacer callar porque lo exponen en toda su barbarie y toda su inepcia. Dictado para prevenir los inconvenientes que una anunciada huelga general podía oponer a las fiestas del Centenario, el estado de sitio ha venido a mancillarlas de modo indeleble con su séquito de actos vandálicos.
[…] Hijos del voto falso y del voto venal, han sentido el vació que los rodeaba, y han querido a toda costa hacerse un ambiente, adulando las pasiones mas bajas y sirviendo a los fines de la mas negra reacción. Y han lanzado bandas de malhechores, fanáticos y jóvenes inconscientes al salto y la destrucción de las instituciones obreras”.
El comunicado terminaba con una apelación: “trabajadores y ciudadanos, somos los continuadores de aquella obra histórica, porque propulsamos al país por los nuevos caminos, […] afirmemos nuestra inconmovible decisión de luchar ahora y siempre por la elevación de la clase trabajadora.”
Y por último, una proclama que se extiende hasta hoy: “preparémonos para sostener en todos los terrenos esa lucha que ha de llenar la historia política argentina en su segunda centuria”.
Seguramente quienes escribieron esa última frase no avecinaban lo que se vendría en los segundos cien años de la patria que justo hoy estamos finalizando y nuevamente conmemorando.

Fuentes: Oddone, Jacinto. 1934. Historia del Partido Socialista. Buenos Aires. Talleres Gráficos La Vanguardia. Cristina Noble. 2006. Juan B. Justo, el patriarca socialista. Buenos Aires. Capital Intelectual. Sabsay, Fernando. 1999. Presidencias y presidentes constitucionales argentinos (1862-1930). Buenos Aires. Ediciones Biblioteca Nacional y Pagina/12.