El socialismo ya no es la simple conciencia de ver injusticias y señalarlas, sino la conciencia constructiva necesaria para eliminarlas.
Si a esta máxima de Juan B. Justo le sumamos que en breve seremos un partido que compartirá un gobierno de alianza, ya no sólo tendremos la conciencia sino también la herramienta. Una herramienta que será dirigida por varios brazos, pero será el brazo socialista el que presione el botón de los más postergados, que hoy constituyen el principal sujeto social al que se dirijen nuestras políticas.
Queríamos que un estado de ánimo colectivo deviniera en fuerza social e instrumento político. Era un desafío y se alcanzó. Nada parece indicar que el 31 de agosto el FREPAM no se alce con la intendencia de la capital pampeana.
El nuestro, como todos los partidos políticos, enfrentan una transición, problema compartido por todas las fuerzas políticas, con la crisis de los partidos y de representatividad, que no es de hoy sino que viene desde hace unos años y no se ha podido resolver. Una de sus manifestaciones, la pérdida de prácticas democráticas quedó manifestada cuando esos partidos se fueron cerrando sobre sí mismos, convirtiéndose en cápsulas vacías de ideas, de valores y de propuestas. Pero también omitieron la integración, la suma y la convocatoria genuina, por eso las estructuras se volvieron propias de grupos corporativos.
Si bien esta crisis nos incluye, por que el nuestro es un partido sumergido en esa realidad política, se han logrado mantener algunos asuntos primordiales como es el contenido ideológico en cada posición, en cada propuesta, en cada acción.
Como en toda organización política, hay cuestiones reales que no se adaptan a los tiempos que atraviesa el socialismo, un partido que se ha transformado en un icono de referencia para la ciudad y la provincia, siendo sin lugar a dudas la tercer fuerza política pampeana. Pero a pesar del crecimiento que tuvo en los últimos tiempos arrastra un funcionamiento análogo al de su fundación y que hoy es necesario adecuar a esta nueva etapa.
Hoy se exige que se respete una metodología de partido, sus reglas de juego que permitan construir consensos y abordar el disenso, que sea abierto y seduzca a la participación a los jóvenes, a los trabajadores. Un partido que tiene la posibilidad de una mayor representatividad, tiene hoy ese gran desafió de sumar participación y construir una organización amplia en forma simultánea, para que ayude a gobernar eficientemente, con los valores de siempre, con la idea de igualdad, justicia y democracia.
El partido se compone de militantes, simpatizantes y afiliados. Sin ellos no hay partido. Si ellos crecen en cantidad y calidad, el partido crece en cantidad y calidad. No es tan compleja la fórmula, pero practicarla requiere grandeza y acentuar la democracia con participación genuina.
Si a esta máxima de Juan B. Justo le sumamos que en breve seremos un partido que compartirá un gobierno de alianza, ya no sólo tendremos la conciencia sino también la herramienta. Una herramienta que será dirigida por varios brazos, pero será el brazo socialista el que presione el botón de los más postergados, que hoy constituyen el principal sujeto social al que se dirijen nuestras políticas.
Queríamos que un estado de ánimo colectivo deviniera en fuerza social e instrumento político. Era un desafío y se alcanzó. Nada parece indicar que el 31 de agosto el FREPAM no se alce con la intendencia de la capital pampeana.
El nuestro, como todos los partidos políticos, enfrentan una transición, problema compartido por todas las fuerzas políticas, con la crisis de los partidos y de representatividad, que no es de hoy sino que viene desde hace unos años y no se ha podido resolver. Una de sus manifestaciones, la pérdida de prácticas democráticas quedó manifestada cuando esos partidos se fueron cerrando sobre sí mismos, convirtiéndose en cápsulas vacías de ideas, de valores y de propuestas. Pero también omitieron la integración, la suma y la convocatoria genuina, por eso las estructuras se volvieron propias de grupos corporativos.
Si bien esta crisis nos incluye, por que el nuestro es un partido sumergido en esa realidad política, se han logrado mantener algunos asuntos primordiales como es el contenido ideológico en cada posición, en cada propuesta, en cada acción.
Como en toda organización política, hay cuestiones reales que no se adaptan a los tiempos que atraviesa el socialismo, un partido que se ha transformado en un icono de referencia para la ciudad y la provincia, siendo sin lugar a dudas la tercer fuerza política pampeana. Pero a pesar del crecimiento que tuvo en los últimos tiempos arrastra un funcionamiento análogo al de su fundación y que hoy es necesario adecuar a esta nueva etapa.
Hoy se exige que se respete una metodología de partido, sus reglas de juego que permitan construir consensos y abordar el disenso, que sea abierto y seduzca a la participación a los jóvenes, a los trabajadores. Un partido que tiene la posibilidad de una mayor representatividad, tiene hoy ese gran desafió de sumar participación y construir una organización amplia en forma simultánea, para que ayude a gobernar eficientemente, con los valores de siempre, con la idea de igualdad, justicia y democracia.
El partido se compone de militantes, simpatizantes y afiliados. Sin ellos no hay partido. Si ellos crecen en cantidad y calidad, el partido crece en cantidad y calidad. No es tan compleja la fórmula, pero practicarla requiere grandeza y acentuar la democracia con participación genuina.